jueves, 8 de noviembre de 2012

Cuatro Principios paradójicos.



 

1. Concéntrate y se flexible en lo que quieres.

 

Juanita se había fijado una meta y se concentraba en ella; su carrera era lo más importante en su vida. “Después de todo,” decía, “si a uno no le importa hacia dónde va, tampoco le importa por dónde ir.” Desde muy joven se fijó sus metas: quería se presidenta de una compañía.

Sus objetivos eran el dinero y el poder, y tenía el valor de mantener sus convicciones. ¡Ni pensar en cambiar sus metas y objetivos!

Y, años después de estar subiendo de escalón en escalón dentro de la empresa Juanita comprendió que se había fijado una meta errónea. Cuando llegó a la cúspide advirtió que no era eso lo que siempre había deseado. Juanita tenía dinero y poder, pero comprendió que lo que quería era ser empresaria y tener un estilo equilibrado de vida.

Quizás Juanita debió haber aprendido, además de concentrarse en sus metas, a ser flexible respecto de ellas.

 

2. Infórmate y ten cautela con tu información.

 

Susana era inteligente y sabía lo que deseaba. Creía que: “¡lo que uno sabe lo lleva a dónde uno quiere ir!”. Obtener información era lo importante; de hecho, ella creía que saber los hechos era tener conocimientos. A Susana le fue bien en su educación media porque era muy apta para reunir datos. Al escoger su Universidad usó todas las fuentes de información: leyó catálogos, visitó universidades, tomó programas computarizados de selección de universidades y platicó con los alumnos. Al tomar su decisión conocía muy bien todos los hechos.

Después de ingresar a la universidad Susana comprendió bien pronto que la información (tener conocimientos) antes de tomar una decisión, no era lo mismo que la información después de decidir. Comprendió que la información se hace obsoleta en corto tiempo: cuanto más se sabe, tanto más advierte uno lo que ignora, y no existe lo que llaman “información inocente”.

Quizá Susana debió haber aprendido, además de informarse, a tener cautela con su información.

 

3. Se objetivo y optimista acerca de lo que crees.

David era objetivo y realista sobre su futuro; no pensaba en tonterías respecto a lo que podría conseguir y cuanto control tendría sobre su porvenir. Al hacer sus planes siempre se basaba en la realidad, poniendo sus dos pies en la tierra.

Pensaba que era muy importante “ver las cosas como son, no como uno quisieran que fueran.” Cuando debido a la carrera de su esposa fue necesario que se mudaran a otra parte del país, David sabía que a ella le convenía, pero para él eran malas noticias. Sabía que no se sentiría feliz en un nuevo lugar, probablemente no encontraría trabajo, y le era difícil hacer nuevas amistades. Quería tener éxito, pero también era realista.

No comprendía que, en muchas formas, la vida es una predicción que se autorrealiza y que cuanto pudiera alcanzar, estaría determinado en gran parte por la manera como se veía así mismo y a su futuro, apreciación que determinaría a su vez, el control que tuviera sobre éste.

Tal vez David debería aprender a ser optimista al igual que objetivo.

 

4. Haz las cosas con práctica y con imaginación.

 

Alan siempre fue práctico; sus planes y decisiones eran calculados y metódicos. Decía:

“Siempre tomo mis decisiones usando la cabeza y no pensando en pajaritos volando.”

Cuando Ala tomaba importantes decisiones en negocios o finanzas, siempre se basaba en la lógica científica, y no en una imaginación volátil. Después de todo, razonaba: “el método científico, ha sido un procedimiento aceptado durante mucho tiempo. ¡y si funciona, para qué cambiarlo!”.

Pero Alan no comprendía que no siempre usaba el método científico, aún en sus decisiones de negocios y financieras. O que el método científico ya estaba “cambiando”.

Ahora hay una ciencia nueva que sugiere que la función es algo no sólo de sueños, sino también real. Ahora se conoce que en cada cabeza (cerebro) hay dos partes que trabajan: el lado izquierdo para los pensamientos racionales; y el lado derecho, para los intuitivos. ¡dos cabezas piensan mejor que una!.